jueves, 12 de febrero de 2009

Los jueves, milagro.






Me estoy muriendo,

me muero en vida y sin entierro.

 

Me dejaron en la calle,

me ultrajaron como un perro,

asesinaron mi autoestima,

me pasaron por el sable

de la crisis asesina.

 

Me paseo por la calle,

me  acurruco en esta esquina,

desaparezco del mundo,

de las vidas de los ayos

que deambulan por el barrio.

 

Los lunes, mercadillo,

los martes, sol y banco,

los miércoles bocadillo

bajo el árbol, una encina

solitaria y amarilla.

 

Los jueves, milagro

porque sobrellevar esta inquina

es más propio de una mula

o de un hombre adormecido,

o hasta las trancas de hayo.

 

Los viernes banco y sol

encina,  polvorienta esquina,

algún juego de naipes,

con parientes de este rol,

o con abuelos sin flor.

 

El sábado y domingo,

salón y televisión,

reproches, muecas,

malos modos, resignación,

siesta y remordimiento en el sillón.

 

Vaya muerte que me espera,

sin entierro y sin perdón,

y, aunque vivo,

ya estoy muerto,

sin entierro y con traición.

 

Me muero, me estoy muriendo,

ya estoy muerto en esta vida,

que día a día se empina,

que jamás estuvo riendo

y que ahora ya, ni respira.

 

Me han matado sin cadáver,

enterráronme sin foso

amortajáronme sin ropa

abrieron mis ojos sin ver,

me dieron con onda, sopa.


En la oficina del INEM

paso media horaza al mes,

me pagan por no vivir,

unas veces me dan "tal vez",

y siempre me llevo el "no es".

                               J. Ausín

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