sábado, 9 de mayo de 2009

El ocaso



Cuando cae el sol en la montaña

subo al monte, a lo más alto,

y me apeno al ver , como crece la cizaña,

y se apodera de los hombres en un salto.



Veo chopos con las hojas mirando hacia las cañas

y a los juncos que lloran de tristeza.

Veo que la envidia y el odio amañan

la evasión del hombre a la maleza.



Miro atrás, y veo como el sol se esconde

triste, apagado y lleno de tristeza

preguntándose por dónde,

salir mañana a la pureza.



¡Ya no cantan los gorriones,

ni al río se le oye hablar!

¡Ahora salen los lirones

a beber el agua del Paular!



Se han secado los porrones,

que ahora sólo son testigos.

Ya no se oyen sus sones

ni el susurro de los que fueron amigos.



Apagado, bajo a casa entre los tinos

y los cantos lloran a mi paso

y a las flores que dejo las bendigo

y marchitan sus pétalos al raso.

J. Ausín © 1981

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