miércoles, 3 de diciembre de 2008

El viaje

Ayer, tuve que hacer un viaje de esos que llaman relámpago desde Madrid a Burgos. Iba sólo, con lo que me dio tiempo a pensar en miles de cosas. La nieve, por ejemplo, que cubría el paisaje a lo largo de la carretera, el cielo despejado, la peligrosidad del viaje (a las 08:30 volvía a nevar en La Cabrera), las cadenas que no llevaba (las tenía en el pueblo) y el día que iba a perder de vacaciones en navidad.
Una de las cosas en las que pensaba mientras viajaba es en lo que ha avanzado la vida en tan sólo 100 años. Cuando mi padre estaba bien y me contaba historias de cuando era joven, me quedaba asombrado de cómo para ir de mi pueblo a Burgos para comprar o vender ganado les llevaba una jornada completa (cuatro o cinco horas de ida, cuatro o cinco de vuelta, mas el mercado). También me contaba que era impensable salir fuera del radio de 20 o 30 kilómetros si no había una razón de peso: la mili, una boda, la enfermedad o la emigración.
Ayer fui capaz de en tan sólo ocho horas ir, volver, resolver los asuntos que me habían llevado a mi ciudad de origen, comer y charlar un buen rato con mi madre. Hace poco tuve que ir a Málaga por motivos de trabajo y también me quedé asombrado de que el AVE haga el trayecto Madrid-Málaga en tan sólo 2 horas y 45 minutos.
Si mi abuelo paterno que murió en el año 1956 volviera a éste mundo y viera que se puede viajar desde mi pueblo a Burgos en sólo 10 minutos, que puedo ver a mi madre desde Madrid a través del ordenador, que se puede ir de España a Filipinas es unas 10 horas de viaje (él que debía haber sido uno de los últimos de Filipinas y que gracias a los doblones de mi bisabuelo se libró de un viaje de meses y de una muerte segura), pensaría que este mundo globalizado se ha vuelto loco. ¿Le gustaría? o por el contrario pensaría que cualquier tiempo pasado fue mejor...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los tiempos cambian una barbaridad.