sábado, 13 de diciembre de 2008

Nieve, nieva, ¡Ya no nieva como antes?


Ahora que parece que vuelve el frío de antaño, viene a mi memoria aquellos años en los que yo tenía nueve o diez años.   
Llevamos unos cuantos años que los inviernos eran, como mucho otoños alargados. Temperaturas superiores a los 15 grados hasta bien entrado el mes de enero. Nevadas escasas o como mucho de un par de horas,  poca lluvia y sobre todo, sol, mucho sol. Tanto que en el Levante español, la gente acude a la playa casi todos los días del año a tomar el sol
Bueno, parece que este año se va a parecer más a aquellos años en los que siendo yo niño los carámbanos llegaban al suelo, la nieve se me metía por dentro de las botas katiuskas y había unos cuantos días del invierno que no teníamos escuela porque el 850 del maestro se quedaba tirado en el Alto de la Varga.
Entonces podíamos hacer muñecos de nieve que duraban todo el invierno. (También recuerdo que en los últimos días de mi niñez, la nieve no se compactaba y no se podían hacer muñecos). Recuerdo con añoranza cómo jugábamos al jokey-Golf  encima del río. (El deporte consistía en jugar encima del hielo con unos palos curvados [generalmente de saúco] sin patines [solo con las botas de invierno] y meter una pelota "Gorila", en un agujero que habíamos oradado en una de las orillas del río. También recuerdo más de una rotura del hielo y algún que otro remojón de alguna pierna de mis compañeros de juego. Entonces, nuestros juegos en invierno consistían en deslizarse de pié por el hielo de la carretera que se formaba junto a la puerta de la escuela y que cuánto más nos deslizábamos, más brillante se ponía. Nunca nos rompimos la crisma, ni ningún brazo ni pierna (aunque, pensado ahora no se muy bien por qué). 
Eran tiempos de luchas de bolas, de estufa de serrín en clase y frío, sobre todo frío. El que se sentaba juno a la estufa y la maestra eran los únicos que medio lo pasaban bien. El resto asistíamos a clase con guantes, bufandas, calcetines gordos y muchos días con el pijama debajo del pantalón. Y eso que a mí ya no me tocó la época de llevar pantalón corto todo el año.
No se si antes nevaba más o es que la añoranza de mi niñez y de mi pueblo, me hace recordar una infancia feliz que a lo peor no lo fue tanto.

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