¡Que hay de lo mío, D. Pío!
Le decía un tratante a un político.
Lo suyo va muy fino,
y pronto obtendrá su beneficio.
Es una suerte, muy fuerte
que usted sea alcalde
y yo un negociante carente
de escrúpulos, Velarde.
Es una suerte, muy fuerte
que usted sepa de verdad,
dónde está la oportunidad,
¡señor negociante con suerte!.
Y, el partido ¿Cómo va?
Con su apoyo y con el mío
todo va divinamente,
encauzado y sonriente,
esperando que otro tío
sepa apreciar de verdad
el árbol al que se ha de arrimar.
Pues tengo un amigo, D. Pío,
que también es negociante,
que está parado un instante,
a la espera de oportunidad
y de político casual
que le de un soplo vital
a su pobre negocio boyante.
Pues dígale Ud. amigo
que contacte ya conmigo,
que yo se recompensar
a quien le pueda sacar
unos duros a mi cargo,
que no ponga reparos
a negocios poco claros
ni conciencia que escuchar,
ni lengua que pasear.
Claro, que debe estar claro
que no es gratis mi intervención,
pues mi cargo es poco largo
y cuando llegue su fin
debe estar solucionado
el futuro de los míos,
también el de mi cuñado,
y si me apura un poquito,
el de mi prima Asunción.
Y tenga también en cuenta,
que si le pillara hacienda,
yo no se nada, ni atiendo,
usted carga con todo el lío,
y yo, de lo suyo, ni pío.
La gaviota vuela alta,
es un ave carroñera,
poco dócil, traicionera,
muy bonita …
si la miras por fuera.
J. Ausín
2 comentarios:
Muy ocurrente el último párrafo. No te quejes, que te leemos. Aunque no comentemos mucho.
SPJ
Si es sólo por quejarme un poco. Ya sabes, por eso del ego...
Gracias a todos.
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