Me duelen los amores
no correspondidos.
Me duelen los temores,
los despidos,
la injusticia, los rumores,
los estúpidos,
la camorra y sus valores.
Me duele en el alma
la mentira y la desidia,
el engaño que con calma
nos aborda y nos lidia
como becerros sin alma,
sin cerebro y sin enjundia.
Me duele del humano
la torpeza,
el olvido,
lo que estando al alcance de una mano
por pereza
o por castigo,
dejamos que se escurra cual gusano.
Me duele de la vida
la torpeza,
y de las playas
el cemento,
que se come la maleza.
Me duele que te vayas
con el viento.
Me duele el trabajo inacabado,
y el voto inadecuado,
y la religión, y sus curas,
que todo lo salpican con su mierda
de un discurso salpicado
de maliciosa reprimenda.
Me duele la falta de memoria,
de los falsos equidistantes,
su discurso cargado de escoria
discordante,
cabroncete, maleante,
apegado a los píos repugnantes.
Me duele que no sigas mi discurso,
que no te acuerdes de mi nombre,
que no seas capaz de echarle un pulso
a quién se ríe de mis versos y mi nombre,
a quién diciéndose pedante,
enviste como fiera militante.
Me dueles tu
amigo mío,
que quizá sólo eres conocido,
o quizá no vales lo que digo
o tal vez no te merezco
o puede ser que sólo seas
un capricho de mi ego,
una imaginación en mi cerebro
o un coincidente en escritos.
Solo tu puedes quererme,
renovar mi pobre sentimiento,
desflorar este odio que ahora siento
que me tiene aturdido y encogido,
que no quiere estar así sin verte,
ni leerte, ni opinar ni dar consuelo.
J.Ausín
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