martes, 31 de marzo de 2009















Quiero aislarme de esta vida

quiero esperar sin espera,

quiero ver que quién me cuida

me comprende y va a mi vera.


 Quiero que el empresario de vida,

que el trabajador se esmera

en su trabajo y en su vida

y que el encanto no muera.

 

Quiero ver en la política

personas y no animales

a los que únicamente “les pica”

el poder y los anales.

 

Quiero ver la España mítica,

que se le quiten los males,

quiero que la gente rica

ayude con sus caudales.

 

Quiero que las dos españas

tenga un común destino,

que las gentes que la dañan

acaben su desatino.

 

Quiero un país de una España,

o diecisiete, o veintidós,

que se acabe ya la saña,

que aquí cabemos todos o no cabe ni dios.

 

Quiero ver que las monsergas

dan paso a la poesía,

que no hay moros ni cristianos,

que todos tenemos manos

y alegría

y ganas de mucha juerga.

 

Quiero que los hideputas

dejen de arrasar España,

que el solar ya no es suyo,

ni mío ni tampoco tuyo,

que es de todos, que es España,

y no de los chuloputas.

 

Quiero que carnets repartan

de hijoputa a la camorra,

que a gorrazos se les corra

que se les quite la honra

y que les digamos que hartan.

 

La camorra, la camorra

que se entorna defensora,

patriotas, pacotillas

dónde la vileza mora,

dónde viven las polillas

y de almas redentoras.

 

La camorra, la camorra

de camisa azul,

de pistola y de casaca,

de gorra roja y de tul

de mete pero no saca

de un añil nunca azul.

 

La camorra, la camorra,

que bajo palio recorre

iglesias y procesiones,

que no permiten que te borres

del censo de sus bribones.

 

La camorra, la camorra

que siempre quiere ordenar,

que no se deja mandar,

que dice lo que hay que hacer,

y a quién obedecer.

J. Ausín

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